:

francesca woodman.

“Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones, en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas…”. Francesca Woodman

Francesca se dirige a la ventana.

Indolente, con un portafolio visual sincero y doliente, utilizó su cuerpo como soporte de un discurso profundamente personal. La humanidad de Francesca se convirtió en una elegía ambulante. Cada situación opresora, cada conflicto interno fue representado a través de su cuerpo, llevando las acciones fotográficas al límite. Imágenes crudas y honestas, graves e imponentes. Se desnudó ante la cámara y se exhibió frágil e indefensa. Emulsionada de dolorosas certezas, volcó en sus imágenes la confusión que habitaba en su cabeza. Su vida fue una sobre exposición de negativos, un fotograma de siluetas que atormentan.

Francesca abre la ventana.

Se transparenta. Se cobija bajo el papel tapiz, se bifurca en los objetos, se mezcla con la arquitectura que la rodea hasta el punto de esfumarse. Se aletarga en el vacío de una casa, en la que habita gracias a una beca en Roma en donde vive en condiciones precarias. Lugares inhóspitos, opresivos, desolados. Acaso representaciones de su propio cuerpo, que arrastra y multiplica en espejos rotos, lo usa para resanar paredes agrietadas, lo abandona como escombro en carcomidos pisos de madera. Apenas si es percibida como vestigio etéreo que respira inerte en los rincones. Su propio rostro está siempre ausente, pocas veces aparece. Se convierte en fantasma intermitente. Es inherente. De Francesca devienen evanescencias.


Francesca estira su cabeza a través de la ventana.

Se suspende. Se desploma. Francesca y sus veintidós años a cuestas se arrojan por la ventana. No hay profundidad de campo. Sólo una visión desenfocada del pavimento. Figura erguida, estira el cuello con un dejo de soberbia y elegancia. Sacude las plumas y suelta el único canto que se le escucha antes de que muera. Habla de Caer. No usa metáforas.
A veces el sentido literal espanta.

Reynel Ortiz
Texto publicado en La Jornada Morelos
Febrero 2008.


No hay comentarios: